martes, 10 de enero de 2012

VISION VITAL (Proverbios de la Experiencia)

Ver como fuimos vistos, conocer como fuimos conocidos es una especie de promesa bíblica que habla de abrir los ojos de la conciencia para saber realmente como fuimos considerados por las personas de nuestro entorno, aquellos con los cuales nos relacionamos de manera directa o indirecta. Esta promesa, como todas las promesas de la Biblia envuelve una gran verdad: Todos nuestros relacionados nos ven desde una perspectiva diferente y de acuerdo a lo que para ellos representamos. Quien se os dirige pudo ver la vida desde varias perspectivas, entre ellas, dos fundamentales: La primera, desde la indigencia, habiendo vivido sus primeros años, su infancia en los suburbios capitalinos, un barrio de los olvidados del destino, llamado, El Capotillo, específicamente en el sector de Los Manguitos, un sector que ha ganado su respeto por el espíritu aguerrido de sus habitantes, el arrojo de los llamados Figueres y la gran inteligencia de sus avivatos, allí viví mis singulares días de niño. Entonces no me importaba andar por las calles del entorno de mi casa con el traje de Adán, y que alguien me vociferara en versos:- “Encuerú, plátano crú” era un reconocimiento a mi inocente desvergüenza, la cual celebraban mis congéneres con palmaditas en la cabeza y con frases altivas como: “ese es mi sobrino”, Solo porque este infante mal educado, descalzo, sucio y desnutrido de los suburbios, respondía a los versos con palabras maledicientes, recordando a los declamadores la bendita madre que los parió. ¿Qué puede haber entre indigentes, sino, mas que hambre, corrupción, depravación, vicios, cuando la escuela al alcance de los pobres es una de patios que maneja una señora semianalfabeta, la cual enseña a leer con una tablita de madera labrada, cuyo nombre es Regla, me supongo, porque representa la ley el aula, por cierto una , una terraza destechada, o mal cubierta de zinc oxidado, o suplemente, resguardada con yaguas? Desde allí, desde la indigencia, vemos a los de clase media y los ricos y sus inmuebles como los conucos de nuestra labranza, sus bienes muebles como nuestras cosechas, las cuales debemos cortar en la oscuridad de la noche o en los descuidos de la claridad, para no ser devorados por unos cuervos grises, llamados, policías, pobres e indigentes, también, que mal pagos por los ricos y los que nos gobiernan, están obligados a combatir a sus iguales, a pesar de que nos chancean por unos pesos, o por intercambio de cosecha por libertad y protección. Desde allí, vemos a los de clase media, a los ricos y a sus hijos como los consumidores ideales, así que les vendemos en bolsitas plásticas, de no mas de un gramo, las mismas sustancias que nos dan para vender a los potenciales libertadores de los indigentes, de modo que los pongamos a vivir en mundos fantásticos y temporales y se olviden de la preparación, que ni piensen ni sueñen con ella, para que pueda mantenerse siempre la relación explotador-explotado y que la palabra universidad, nunca exista en sus vocabularios. Pero se la vendemos, también a ellos, para envolverlos en el mismo empaque y se mantenga el equilibrio, y el sufrimiento no solo lo cargue el suburbio, sino, también, el país. Desde allí, desde la indigencia, vemos al funcionario, al político y al que pudo viajar fuera de aquí y regresar vivo, como los suplidores, los que nos suministran las armas de los atracos, las sustancias prohibidas, y también en ellos, los clientes que compran ratitos de placer a nuestras mujeres, niñas, adolescentes y uno que otro ser humano que dice no saber de que lado quería nacer, sin en el de las chicas o los chicos. Desde allí, vemos al mundo de afuera, al país, como una cancha de juego, donde los puntos se logran con jugadas de engaño, así que le disfrazamos a los idiotas con quienes jugamos, el cobre y la plata como oro y el reloj QQ como Zeiko 5, le vendemos maicena con chocolate por habichuela con dulce y a los pastelitos rellenos de pollo le echamos tripitas molidas, ¡pero de pollo! ¡Que conste eso! Las chamaquitas del sector son nuestra cura y propiedad y el carajito que papá cuida y con sacrificio educa, porque no quiere para el esa vida, es para nosotros el payasito del barrio, los colmaderos son nuestros panas y el de la compraventa “El resuelve problemas del barrio”, aunque nos engañe, quedándose con un efecto que nos costó treinta veces más de lo que nos prestó. ¿Qué más puedo decir? Desde la indigencia, la pobreza, ¡bendita pobreza! La perspectiva no es cónica ni paralela, sino diametralmente opuesta a la ideal, la que debiera ser, ¡Gracias a Dios que por lo menos dice que los pobres heredaran la tierra! Muy bueno, pues quizás así no tengamos que seguir arrebatando nuestro derecho a vivir, nuestro derecho a la felicidad. Si bien esa esperanza que nos da Dios es un refuerzo al conformismo clásico, es estupenda, porque por lo menos nos motiva en medio de la impotencia que a veces, por no decir siempre, nos envuelve, por no poder solucionar ni los propios problemas ni los ajenos, por no poder cambiar este tortuoso sistema de cosas y por vivir en un mundo donde impera el debate de las ideas y las palabras bonitas por el puro propósito de brillar y no por ayudar a mis iguales, indigente, pobres, objetos olvidados del destino. La segunda, desde la clase media, habiendo sido rescatado por un padre, que a pesar se vivir en un país como este, decidió que este pedacito de carne de su carne no debía, no podía crecer en el hostil ambiente de “El Capotillo”, no se si por protección a su apellido y honor, no se si por amor a su carne y sangre, pero lo cierto es que recibí una oportunidad y así pasé de ser el indigente del traje adámico, a ser el hijo de “El Don” de pueblo nuevo, nuevo miembro prieto de una familia de blancos ¡…dita Vaina! Fue un cambio brusco, extraño, una mezcla de dolor y satisfacción, ya mis hermanos eran otros, mis compañeros de juegos pasarían a ser otros mas prietos que yo, los cuales me mal llamaban rubio, por mi piel semi-blanca quemada, sobre- bronceada y un pelo, cuyo color los rayos del sol habían robado. Ya no podía imaginar siquiera como volver a la casa de tabla y zinc con la abuela prieta que me mimaba y me sobre protegía y celebraba mis diabluras, ya jugar en el piso estaba prohibido y la juntiña no podía ser tolerada, pude ver con asombro una criaturita blanca que dijeron era mi hermana que con no más de cinco años ya sabía leer ¡y le gustaba!, mientras que yo con ocho no sabía ni la O, a pesar de que me la mostraron muchas veces, con rabito, sin rabito, con una línea vertical a la derecha y a la izquierda, hacia abajo y hacia arriba y me la explicaban como lo decía la pedagogía antigua, “a palos”, porque la letra con sangre entra, ¡Qué cambio! ¡Ahora yo quería aprender, también!!Lo hice! Extrañamente me adapté rápidamente a mi nueva vida y ambiente, a pesar de que percibía, aun con mi mente de niño, la discriminación por parte de mi nueva madre y de algunos relacionados con mi nueva familia, me compraron toalla a parte, jabón a parte y mi piel quemada por el sol y escamosa era vista como la de un leproso, sin embargo, a pesar de todo eso fui cuidado y protegido y educado e insertado a una nueva clase social, desde de donde pude tener otra visión del mundo, ya mis hermanos de la antigua familia, para mi no eran tan estimados, y aunque los amaba, me causaba cierta vergüenza llevar su sangre, pues veía en ellos poca motivación, poco amor a los estudios, a pesar de que las escuelas, ahora eran más accesibles y ya la tablita estaba dejando de ser la ley en el aula, yo olvidé de donde salí y lo que viví y como viví, de lo que adolecí, tal como todo el que fue indigente y pobre y luego alcanza fortuna y desde allí, desde aquella nueva posición pude ver a las personas de otro modo: Cada pobre es un estorbo, una carga para el estado, es un potencial explotado, alguien que trabajará en mi empresa y me dará su fuerza de trabajo por unos centavos. Desde allí, desde la cumbre media, vi. a los pobres como los objetos de mis deseos, los que comprarían mis productos, pese al daño que el consumo del mismo les pudiera causar, lo importante serían los beneficios que yo pudiera obtener. Desde allí, vi. a los pobres como votos a favor de mi partido y mi candidatura, como bultos en el mitin electoral del cierre de la campaña, como los que van al frente en las marchas en los barrios peligrosos para agarrar los tiros en mi lugar, como los pegadores de afiches y los que morirán en defensa de unas ideas que ni entienden ni conocen, solo porque les prometí un empleo o un cargo publico, o una botellita para cobrar sentado en casa, o un arma para buscarse la vida atracando en malos tiempos, o un pata de cabras para saquear en las noches y protección oficial cuando caigan presos, no importando el delito cometido ¡pobres idiotas! Desde allí, vi. a los pobres e indigentes, como los que deben proteger a la patria en las fronteras, enfriar a los huelguistas y de vez en cuando darle su palo a los revoltosos o tranquilizarlos con balas de gomas o de plomo, si no hay otra, no importando, que entre las reivindicaciones solicitadas en la lucha una sea el aumento de sueldos a militares, policías y bomberos ¿Bomberos? ¡Bárbaro, esa gente no cobra! ¡Eso es voluntario! ¡Gracias Dios por los idiotas! Desde allí, vi. a los pobres y a los indigentes, como los predicadores de un evangelio de esperanzas, de conformismo, acomodado a las apetencias del liderazgo de mi iglesia, de ritos, no de hechos, no de acción social, porque gastar para llenar las panzas hambrientas de los pobres no es rentable, porque vestir a los que están encuero no aporta ningún beneficio a la congregación, los vi. como el deposito de mis ideas y entupidas interpretaciones de unos versos bíblicos que interpreto a mi conveniencia y medida, los vi como aquellos que deben cumplir las reglas que dizque me reveló el señor, pero que solo deben cumplir mis seguidores, no yo, los vi como aquellos que deben creer todas mis mentiras y complacer mis caprichos y aceptar la palabra como yo se las doy, porque soy el profeta enviado, los vi, como los diezmantes, como los ofrendantes, sustento mió y a veces de la congregación, es conveniente para mi que mi enemigo siga afirmando que la religión es opio de los pueblos y meta a todos los profesantes en el mismo saco! Alguien tiene que contradecirme! Desde allí, vi a los pobres e indigentes, como objetos que se pueden comprar y vender, como los que deben quemar las gomas en las huelgas e ir al frente en la confrontación, como los que deben crearme el cerco de protección en medio del peligro del fuego policial y los que tienen que agitar las masas, para yo demostrarle al gobierno mi poder de convocatoria y mi manejo de las masas ¡Es mejor que me llamen a negociar y me laman los pies para no revoltearle el país entero! Desde allí los vi como los gobernados, los tributantes, aquellos que deben sustentar, amar y proteger al gobierno para que este los pueda proteger, son nuestros esclavos, nuestros limpia sacos y lame botas privados, los vi como aquellos que deben creer mis falsas promesas, antes de ser electo y en la ejecución del cargo, los vi como los productores de conflictos y accidentes que benefician y justifican las ejecutorias del gobierno, como los que deben sufrir los embates de los fenómenos naturales para que el estado pueda recibir ayuda internacional para subsidiar la campaña releccionista ¿Qué estoy diciendo? Para dar ayuda a los pobres y hacerles viviendas, aunque nunca las reciban. En fin, la vida, la gente, la situación se ve regularmente desde la perspectiva desde donde te encuentras y nadie podrá determinar lo que es justo o injusto si lo intenta ver desde su posición, pues justo será para mi lo que siempre se acomode a mi interés personal y me haga bien, no importando si esto perjudica a otro.!Gracias Dios por verme desde una perspectiva más alta! Dios me ve como hijo, como alma que necesita ser redimida, como vaso que necesita ser llenado. A Dios no le importa si eres pobre o rico, grande o pequeño, malo o bueno, el te ve como alma en proceso de crecimiento, como niño que necesita ayuda, pues sabe muy bien él que mientras más hace el hombre por ser o no ser, su vacío no podrá llenarse sin ayuda ¡Gracias Dios por Jesús, Tu Cristo! TONYARC

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